viernes, 7 de marzo de 2008

Así son las cosas

Y así es la cosa por acá nomás: el que no abre la boca, la paga. Sin dudas, a la distancia uno no puede hacerse valer. Así que, por haberme ido de vacaciones la tengo que sufrir ahora.
Como si la ridículamente breve cifras de quince días en un año no fuera suficiente, cuando uno vuelve no sólo debe enfrentarse con el gris, el trabajo y la ciudad, sino con esto. Hoy y el próximo viernes me toca hacer la guardia desde la una del mediodía hasta las nueve de la noche.
Lindo recibimiento.
Preferiría haber sido recibido únicamente con la absurda noticia del implante de siliconas que se hizo la marimacho del Patova.
Pero no. No.
El otro viernes, mientras todos van a estar batiendo creencias con billeteras para decidirse si comprar o no pescado, yo estaré acá, trabajando, hasta las nueve de la noche.
Y lo mismo con el lunes que le sigue. Un feriado que también me será ajeno. Son esas paradojas de la globalización. Trabajamos en los horarios de los yanquis pero no cobramos en su moneda.
Increíble.
Y encima el tipo anda silbando. Pastelito digo, mi abominable teamleader que decidió recibirme de esta manera.
Quisiera sacarle su sweater de tonalidad pastel y pasárselo alrededor del cuello y tirar y tirar mientras su rostro atraviesa una sucesión caricaturesca de colores. De pastel a rojo a azul a blanco. Y de ahí nunca más a pastel. Arrojaría entonces a su cuerpo sin vida por la ventana y que quede suspendido entre el cableado desprolijo que une a los edificios. Y que pájaros carroñeros vengan de otras latitudes y hagan un festín con su cuerpo. Aunque probablemente yo deba, antes, arrojarle unos calditos saborizados Knorr arriba, porque algo me dice que su carne será tan insípida como su personalidad.
Se lo voy a decir. A Pastelito. Le voy a decir que es una injusticia que me haya encajado de prepo estas dos guardias. Que no pude decidir. Que es lo mismo de siempre. Ser pisoteado. Ser ignorado. Ser violentado.
Interrumpe su silbido. –¿Todo bien?- me saluda Pastelito.
–Todo bien.- balbuceo, y él se va silbando.
Y así es la cosa por acá nomás: el que no abre la boca, la paga.

12 comentarios:

Bere dijo...

Que mala onda lo de la guardia! que pretenden? ser una oficina-hospital? Cualquiera...

Anónimo dijo...

bueno... vos propusiste a pastel como teamleader...

Anónimo dijo...

En su debido momento hablaste. Lo propusiste al insípido.
Si fuera vos, lo cago a piñas:P

Anónimo dijo...

Que pasteludo garca!! creo q lo detesto tanto como a mi jefa...

Unknown dijo...

Bueno, vele el lado positivo. Al menos vas a estar distraido tipeando numeritos y no vas pensar en la peor traición... la de uno hacia uno mismo. ¿Como perdiste ese laburo en la productora despues de tres entrevistas?

Janis but not Joplin dijo...

Ah jajajajajajaja !!!!!!
Qué tremendo,me encantó lo de las aves de carroña.
Sos muy gráfico.
Genial.

Ceci Fernandez dijo...

Excelente WR! un relato como pocos!... o como siempre bah... =)

Cecilia Díaz dijo...

Vos seguís imaginando venganzas pero él te sigue cagando y vos no decís nada!!

Igual, muy bueno eso de tirarle con calditos knorr para darle gusto a alguien insípido, jejej

Saludos!

Como quieras que me llame dijo...

Me encantan tus relatos siempre son muy gráficos y la verdad, hacés q las cosas q escribís uno las imagine; lo q sí, ya lo decía un viejo tango, el q no llora no mama y el q no mama es un gil.

besos!!!!

Fabián Aimar (faBio) dijo...

Me interesa saber como acab esta historia.
La que yo pase, similar a la tuya, cuando un as que tenia en la manga me hizo quitarmelo de encima
saludos
faBio

Silvina dijo...

Putealo, man!

Anónimo dijo...

te sighue insultando y vo s lo pusiste como jefe tuyoooo, vos pensabas que lko peor que le podias dar era que fuera jefe y tenga q trabajar, pero el se venga de la mejor manera
una pena pero resulto mas inteligente que vos!
andrea