viernes, 18 de septiembre de 2009

Puente Celeste

Pesan sobre mí unas cuantas maldiciones. Ridículas algunas. Insoportables la mayoría.
Una maldición es la reiteración de una hijaputez. Una sufrida constante que se la puede atribuir al azar pero, por mi parte, se la arrimo a algún dios enojado o a algún vecino macumbero. En mi defensa, es más sencillo depositar miedo y fe en una entidad imaginaria a que lidiar uno mismo con el vacío de la existencia. No por nada las religiones pueden sostenerse diciendo las mismas cosas que hace 2000 años. Al respecto, hay una maravillosa frase de un corto polaco de animación: “Los que escribieron la Biblia son los mismos que creían que la Tierra era plana.”
Pero estoy divagando.
Una de mis maldiciones, por ejemplo, es invariable. Siempre que, mirando televisión, me preparo algo para comer –y reitero la palabra siempre–, vuelvo a sentarme enfrente del televisor, ahora con la comida, y ni bien me siento empiezan los comerciales. Siempre.
Otra de mis maldiciones es curiosa. De chico, en Lomas de Zamora, siempre que caminaba por la calle –y reitero que reitero la palabra siempre–, al saludar a los vecinos estos me devolvían el saludo inverso. Por ejemplo, si les decía “Hola” me decían “Chau.” Si les decía “Chau”, contestaban con “Hola.” A mí solo me pasaba. Al de adelante, o al de atrás, le respondían con el mismo saludo.
Pero estoy divagando.
Entre tantas maldiciones, hace poco, como habrán podido leer en el post anterior, hubo una promesa de salvación.
Una mujer.
Y no cualquiera.
No.
Ella.
Ella que la vi desde que llegué a la variación del infierno que es esta oficina. Ella que me parecía elegante y dulce y sexual y misteriosa y nocturna y brillante. Ella que me resultaba interesante, seductora, intrigante. Ella que tenía una mirada que detenía el tiempo. Ella. Ella me habló. Y yo le contesté. Y la conversación nunca se detuvo.
No paramos.
No paramos de hablar.
Toda la semana. Por el IM de la empresa. Luego, por el MSN. Incluso de noche. Y en cafés improvisados en la cocina. Hablamos de ridiculeces, nos hicimos reír, nos contamos nuestros gustos musicales, cinematográficos, discutimos por horas sobre Sandman –esa obra que uno empieza a leerla apenas interesado y, al terminar la última historieta, está para siempre atrapado –y reitero la palabra siempre–.
Estuve estúpido. Toda la semana. Preguntándome qué podría ponerme de ropa que sea más coqueto pero que no muestre que de repente hice un esfuerzo. Preguntándome en la ducha sobre qué hablaríamos ese día. Y porqué no hablábamos de eso. Porqué no me animaba a invitarla a salir.
Pero estoy divagando.
Estuve hablando de maldiciones. Mi timidez ha sido, sin dudas, la mayor de mis maldiciones. Y esta vez amenazaba con devorarla a ella. Porque las conversaciones tan intensas y tan frecuentes terminan por quemarse a sí mismas si no se concretan.
Hablando de música ayer, ella me contó que tocaba Puente Celeste en el Tasso y me preguntó qué pensaba al respecto. Le dije que nunca los vi en vivo. Ella me dijo que tampoco. Le conté que el Tasso no es mi lugar preferido. Es mejor que Notorius que tiene la cocina demasiado cerca y eso interrumpe a la música. Ella me dijo tonto. Tonto me dijo. Me dijo que me estaba invitando a ir.
Ayer.
Le dije que sí.
Si son la clase de persona que les gusta la música, sean compositores, instrumentalistas o meros humanos como yo, vayan a ver a Puente Celeste. El percusionista tenía una hoja de palmera y una jaula de pájaros. O sea, podría ser esos que se quieren hacer los raros y tocan percusión con una percha. Pero no. El tipo tenía una batería normal. O sea, en algún momento ensayando con su batería el tipo frenó, con la vista perdida en algún lugar, y se dijo: –Pucha, me hace falta una jaula de pájaros y una hoja de palmera.
Y el que toca vientos... Ese es mi nuevo dios. Toca una flauta de Armenia y saxo y clarinete y otros tipos de flautas y no se puede creer como toca.
Todos. No se puede creer como tocan todos los de la banda.
De todas formas, esto lo hago como recomendación. Puente Celeste no necesita mi publicidad. Ayer, con el frío y la lluvia y el viento, pudimos entrar sólo porque habíamos reservado entradas. Estaba todo lleno.
Sí.
Fuimos a ver a Puente Celeste.
Los dos.
¿Cómo explicar cómo estaba ella vestida? Ese perfume. Esa insinuación de sus curvas. Ese maquillaje. Me hirió. Me desmanteló. Me tuvo en sus manos desde el comienzo de la noche. Y ella lo supo.
Reitero.
Era de noche. Hacía frío. Llovía. Nuestra mesa tenía una velita. Tomamos dos vinos. Dos vinos. Nunca habíamos visto a Puente Celeste en vivo. Por lo cual estaba esa emoción de inicio, de primera vez, ese descubrimiento compartido. Tanto en la banda como en nosotros fuera de la oficina.
Y ese viaje musical.
Desde alocadas melodías aceleradas, como Generala, que me daban ganas de ponerme a corretearla por todo el Tasso con una mirada criminalmente lujuriosa hasta canciones románticas como Chiquita.
Pero no nos besamos.
No.
Escuchamos. Comentamos. Nos deleitamos. Aplaudimos y aplaudimos y aplaudimos. Pero no nos besamos.
Mientras la acompañaba en la parada del colectivo todo mi ser me pateaba los talones para acercarme a ella, para abrazarla y besarla. Por dentro me decía que mejor tomar las cosas con calma. Que era la mujer de mi vida. Que sin dudas estaba enamorado. Pero otra parte de mí me decía que necesitaba besarla. Que necesitaba sentirla cerca de mí.
Ella se dio cuenta de mi pulseada interna.
–Wil…- me dijo con un tonito tan dulce que me dieron ganas de hacerle el amor ahí mismo- Wil…- reiteró, ahora con un tonito de “tenemos que hablar” que era, de todas formas, increíblemente tierno y también me daban ganas de hacerle el amor ahí mismo. Creo que me podría decir “el pollo con páprika es delicioso” o “necesito comprar dentífrico” y también hubiera querido hacerle el amor ahí mismo.
–¿Sí?- pude balbucear apenas.
Ella me miró. Y en sus ojos vi a mi vida. –Wil, esta semana fue…
–Me encanta hablar con vos.- apuré- O compartir esta noche. Me encanta. Todo.
Yo sabía. Sabía que era más elocuente que eso. Pero tenía un océano en mi pecho y apenas una garganta para filtrarlo.
Ella asintió. Me le acerqué. Mi corazón bailaba la Macarena. Ella sonrió. –Sos lo que para mí es el hombre ideal.
La miré largamente. Le acaricié el pelo. La cara. El cuello. Deposité mis labios sobre los suyos. Un beso íntimo. Mínimo.
El mejor momento de mi vida.
Me agarró de la mano. Me miró a los ojos. Sonrió. Respiró profundo. Hice lo mismo. Mordió su labio inferior, arqueando su ceja. –Wil.- dijo- Soy lesbiana.
No pude moverme. Era imposible. Pero ella no reía. Veía a sus labios moverse y en un eco distante me llegaba algo sobre cómo quería contármelo pero no se animaba. Yo asentía quedadamente con la cabeza. Soy el hombre ideal de una lesbiana. ¿Qué dice eso sobre mí, sobre mi hombría? ¿Qué está pasando?
Y entonces lo entendí.
Otra vez.
Pasó otra vez.
Había dicho "hola" y me contestaron "chau."

16 comentarios:

Sil dijo...

Espero que esto no sea verídico, porque es muy feo que te pase algo así.

"Me hirió. Me desmanteló. Me tuvo en sus manos desde el comienzo de la noche." Alguna vez querría causar eso en un hombre...

Wilfredo Rosas dijo...

Quizá causás eso. Sólo que nunca te lo arrimaron.

Cuis dijo...

que bajon...

Unknown dijo...

Yo pensaba q al unico q le pasaban estas cosas era a mi...

Algun nuevo rebusque de la conspiracion de las mujeres hermosas Will??

...Nadie puede negar el poder diabolico de la belleza...

Anónimo dijo...

yo vi ese corto! en i+sat
muy bueno
y puente celeste increible lo baje

Wilfredo Rosas dijo...

Lucre,
Terrible bajón.

Ezequiel,
Lo doloroso del asunto es que sabemos que volveremos a sufrir. Y así y todo, nos entregamos rendidos.

Anónimo,
Muy curioso ese corto. Oscurito. Me alegra que te haya gustado la banda.

Exekiel dijo...

"tenía un océano en mi pecho y apenas una garganta para filtrarlo"
Sublime

Que bajon!... malditas maldiciones..

Quiero leer ahora tu reflexion mas profunda sobre este asunto...

Anónimo dijo...

ahora, siendo lesbiana fue a un bar con vos??? se tomo dos vinos con vos???

mmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

te dice que sos el hombre perfecto??

mmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

yo que vos omito lo de lesbiana.

Boluda dijo...

Qué locura. Sandman es así, yo también lo empecé a leer sin mucha expectativa y terminé completísimamente fascinada. Me tatué a Delirium en un brazo. Me encanta, mal. Me-en-can-ta.

A Puente Celeste los fui a ver hace poco que tocaron en La Plata. Me llamó mucho la atención eso mismo, la jaula de pájaro y la hoja de palmera del percusionista. Pero no es una banda para ver parada y estirando el cogote desde atrás de una maraña de gente loca. Así que me fui en el quinto tema.

Y nada, la anécdota, un garrón. Y bue.

Wilfredo Rosas dijo...

Nacho,
Imposible obviarlo.

Boluda,
Que curiosa y agradable coincidencia lo de Sandman. Y coincido. Es una banda para ver sentado, con un buen vino y una mujer que, preferiblemente, no sea lesbiana.

the awful truth dijo...

"soy lesbiana" es un eufemismo que usamos para no decirle a alguien "la verdad que no me gustás"

Silvana Muzzopappa dijo...

Ya estaba por decirte que no podía creer que fuera un post sin bajón y sin odio en todo lo que miraras.

Respecto a lo del lesbianismo, mmm... creo que es superable. Después de todo es una decisión y todos podemos cambiar de parecer cuando llega la ocasión. Como dijo Nacho, omití el dato por un tiempito.

Finalmente, tenés dos "porqué" que, a mi entender, debieran ser "por qué" (Y porqué no hablábamos de eso. Porqué no me animaba a invitarla a salir.)

Como siempre, muy agradable leerte.

Saludos.

Cris dijo...

Se que ya lo mencionaron mas arriba... pero...

"Pero tenía un océano en mi pecho y apenas una garganta para filtrarlo."

Me llenaste de emocion con tan solo una frase. La perfeccion en 13 palabras que no necesitan explicacion alguna. Impecable.
Gracias!

Sergio Muzzio dijo...

Esa frase es espectacular, coincido. Con respecto a lo de la niña, o su condición, recurro a una frase de cómic: "Cuando no nos quieren, todos somos enanos deformes". O sea: da lo mismo el motivo o la explicación o la razón esgrimida.
Aunque coincido con Nacho que por ahí un tercer vino le hacía ver (a ella) las conveniencias de la hetero o bisexualidad, y quién le dice.

FerSo dijo...

Sr Wilfred, Lo saludo y me alegro que haya vuelto! esta historia que cuenta... Uffff... Hombre que decirle... salvo que no se enganche, no salga mas con esa mujer, nada bueno puedo venirle! Abrazo!

Anónimo dijo...

?????
Ni tras intensos estudios ni seminarios psciologicos.....puedo entender la oscura psicología inmersa en esto......te quiere, te habla, te invita...........¿y es lesbiana? Que no me lo creo, la mente humana es estupida, pero no tanto.