viernes, 4 de septiembre de 2009

Por algo

No puedo estar más aburrido. Simplemente, no puedo. Lo intenté y no, no puedo. No hay estrato más elevado, hondo o avanzado de aburrimiento. Estoy bostezando en el punto multidimensionalmente más intenso que el aburrimiento puede tener.
Revuelvo el café ácido en la cocina del trabajo, con la mirada perdida en la ventana, paseando aleatoriamente de los edificios que desangran cables hasta el cielo amatambrado.
Sé que no hay nada a lo cual volver. Sé que mi computadora me espera ahí, a 52 pasos, sin ninguna página web, música o mail que pueda lanzarme un chaleco salvavidas a este océano insondable del aburrimiento. Sé que me ahogaré acá, sentado en la oficina. Ahogado rodeado de gente y de un silencio apenas silenciado por el ruido de teclados y conversaciones insípidas. Sé que revisaré los diarios en la mediocre espera de que haya sucedido alguna catástrofe lo suficientemente cinematográfica como para sacudirme y para, lo que es más triste aún, divertirme.
Pero no.
Nada.
Ningún avión caído, invasión extraterrestre, huracán, plaga o declaración de guerra.
Nada.
Nada más que las mismas miserias de siempre.
Y encima ni siquiera llueve, como para entretenerme con eso. No. Se queda medio nublado, medio despejado.
No hay nada. Nada con lo que entretenerme. Nada. Ni siquiera este café. Lo venía tomando tan lentamente no por el gusto desagradable que tiene. Sino para que me dure más. Para que en las mínimas acciones que representan mover mi mano hasta la boca, inclinar el vasito y tragar pueda yo encontrar algo con lo que distenderme. Por eso demoré tanto que ahora está frío y criminalmente horrible.
Lo tiro.
Reviso los diarios. Siguen sin invadirnos los extraterrestres. Voy a buscar otro café. Me detengo a los tres pasos.
–¿Alguien quiere que le traiga algo de la cocina?- pregunto.
Todos me bostezan variaciones de una negativa. Maldita sea. Eso me hubiera hecho demorar unos minutos más. Caminar memorizando sus pedidos, sus ridículas preferencias a la hora de tomar un café dantescamente insípido, y hacer malabares para traérselos. Pero no. Ni siquiera me dan el gusto.
Me los quedo mirando. Si pudieran ver más allá de la apariencia de hombre cansado y dormido y aburrido y fastidiado que seguro tengo podrían ver a un Rambo que les dispara con ambas manos y les escupe dardos venenosos y les patea granadas. Pero no. Ninguno ni siquiera gira para observarme.
–¿Y de abajo? ¿Del kiosco?
Todos niegan con la cabeza menos uno. Pero no esperen que este que no respondió me va a venir con algo inusitado. No esperen que saque de sus bolsillos un mapa de un tesoro arcaico y me pide que lo acompañe en sus aventuras indianajonenses. Ni esperen que diga a los gritos que leyó en el diario que los extraterrestres nos están invadiendo. No esperen un giro en la trama. No esperen el más mínimo movimiento, de hecho. El tipo apenas se quedó dormido frente a su monitor.
Bajo al kiosco de la esquina.
Compro un alfajor. Una Coca. Y voy a la plaza de la vuelta. Me siento ahí. Busco distraerme y engañarme mientras respiro profundamente como quien llega a un bosque.
Miro a la gente ir y venir.
Los miro bien.
Sus gestos, movimientos, sus voces, caras, ropas. Me pregunto qué vida tendrán, a qué casa o departamento vuelven. Me imagino sus caras al tener sexo, sus gustos y fantasías. Todos, por más elegantes o serios o fríos que se paseen, transpiraron y gritaron pelotudeces y se refregaron un organo sexual por su cara. Todos y cada uno de ellos. Me imagino también sus angustias. Sus juegos de cuando eran niños. Sus horas mirando televisión. Sus risas. Su aburrimiento.
Y ahí el chocolate del alfajor cobra un gusto amargo.
¿Les pasará lo mismo...?
¿Estarán todos, sin saberlo muchos y otros apenas coqueateando con la idea, en el mismo punto insondable del aburrimiento que en el que me encuentro yo?
¿Quiero yo proyectarlo en el resto, restándole importancia a mi angustia en la angustia de la multitud, o estamos todos insoportableemnte aburridos?
Por algo llegaste leyendo hasta acá.

13 comentarios:

Unknown dijo...

Hombre, lo mio fue mas bien como pa conseguir algo de aburrimiento porque el dia estuvo movidito de incidencias y pedidos

Anónimo dijo...

genial, uno de los mejores de la nueva temporada (?) este post.

igual el de la sinfonia es mi preferido. saludos! =)

Vikky dijo...

Te extrañaba Will. Te extraño!
Es difícil tener una vida aburrida, un día monótono, una semana gris, un mes de mierda.
Pero hay salidas, hay escapatoria. Si! aunque no lo creas! Yo me escapé de la oficina, de la vida gris, hice mi valija y me vine a conocer el Fin del Mundo.
Vos podés hacer lo mismo!
Que el aburrimiento no se te meta en la cabeza! ;)
Besitos rosarigasinos, pero ahora desde Ushuaia!

V

InfameMary dijo...

seguís estando cerca de alimentari?

Anónimo dijo...

Misma sensación Will

Como siempre un fenómeno.

Chapa.

VitoAndolini dijo...

genial, will, como siempre!

Cris dijo...

La vida de oficina es un aburrimiento constante. Gracias a vos, 5 minutos han pasado inadvertidos en la lectura del aburrimiento para matar al aburrimiento =)
Grande wil!

Anónimo dijo...

podrias postear un poco mas seguido si estas tan aburrido, no?

Liv dijo...

el relato me parecio genial. algo tan simple como el aburrimiento, llevo a que escribieras detalles, sensaciones, persepciones que ciertas veces pasamos por alto. una escritura verdaderamente gozosa.

Anónimo dijo...

posteo porque no se, me parece que este post necesita mas comentarios (AH Y PORQUE ESTOY ABURRIDO TAMBIEN)

Sonia dijo...

Wilfredo, sos empleado público ahora?

Anónimo dijo...

Increible, sencillamente, increible.

El Vocero dijo...

Estoy indeciso entre "Un día de Furia" y "La lentitud" de Kundera.

Quizás un remix cosmopolita y sudamericanizado de ambos.
Sí. Eso me gusta.
Entonces sería algo así como..."Un lento día de furia"