martes, 8 de diciembre de 2009

Hay tanto ahí afuera

Nuestra sensibilidad audiovisual proviene o de Buenos Aires o de California o de New York. Hay pasitos al costado, sí. Rosario. Boston. Chicago. ¿Pero cuántos de nosotros nos hemos sentado ante tanta música, series y películas de Marruecos, Tailandia, Tierra del Fuego, Islandia o Rumania como lo hemos hecho ante las de Buenos Aires, California o New York? Hay tantas sensibilidades, tantas historias, tantos recursos ahí afuera.
Sin ir más lejos, el otro día veía la película egipcio-israelí La visita de la banda. En ella, un egipcio cuenta sobre un concierto que está componiendo desde hace años pero que no puede terminar. El israelí, fascinado ante la música que el otro le tocó, le pregunta porqué no lo puede terminar. El músico dice apenas “Mi mujer quedó embarazada… El tiempo…”
Eso solo.
Con eso solo habló de las resignaciones, de los sueños, de la imposibilidad a veces de cumplirlos, de la vida misma.
En determinado momento, mientras el israelí y el egipcio están en una habitación, mirando a un bebé durmiendo, el israelí le dice “Quizá así debe terminar tu concierto. No con trompetas y platillos. Así, repentinamente. Un cuarto. Un bebé durmiendo. Silencio. Y toneladas de soledad.” Y el egipcio tira de un piolín y suena una canción de cuna y tararea y no dice nada pero sabemos que tiene el final de su concierto.
Eso solo.
Con eso solo habló sobre la vida, sobre las toneladas de soledad, esa frase, dios mío, sobre cómo el fin de la vida, de los sueños y de los deseos de un hombre es la canción de cuna del otro. ¿O pensaban que sólo se trataba de un concierto?
Hay tantas sensibilidades, tantas historias, tantos recursos ahí afuera. Tantas esperanzas, ganas, sorpresas, músicas, alegrías, melancolías. Y son tan distintas la una de la otra. Tan ricas. Tan fértiles.
Y acá estamos. Trabajando en un feriado. En una empresa de telecomunicaciones norteamericana. Pareciera el punto cumbre de la ausencia de esperanzas, ganas, sorpresas, músicas, alegrías y melancolías. Pero eso no es todo. Estoy en un curso de inglés. Y no sólo eso. Nos ponen como ejemplo un capítulo de Two and a half men. Y la gente ríe y me siento enteramente de otro mundo. Aplastado por toneladas de soledad.
Pero bueno. Supongo que debo soportarlo. Supongo que debo esperar a salir del curso y finalizar la venganza que con Majo elaboramos para el gordo Spam y para Ramiro. Nunca lo verán venir. Saqué la idea de una película sueca. Hay tantas sensibilidades, tantas historias, tantos recursos ahí afuera.

7 comentarios:

TAZM4N dijo...

Vengo leyendo hace unos días desde el primer post y llegue a alcanzarte... lamentablemente...

Vuelven las venganzas... si si si si!!!
Hay que matarlos a todos y quedarte con Majo...

Will espero que no se demore mucho el próximo post.. quiero saber cual fue la venganza.. si si (la terrible).

Claudia Perez dijo...

Cada vez observo a más personas resignarse a sus sueños, es una pena, eligen el camino más cómodo y fácil que arriesgarse a no resignarse jamás. Siempre hay que ir por más, por matar a los imposibles y luchar para cumplir los proyectos que uno siempre soñó, es difícil y duro, pero no imposible!
El curso de inglés tomalo como un pasatiempo, para que te relajes y te deleites con la gran venganza, gran…

Un abrazo

Justin Chaos dijo...

Aguardo pacientemente la venganza contra el gordo Spam...espero que sea maquiavélica.

olinda dijo...

excelente
antes no lo hubiera entendido... ahora sí =)

Mr. P dijo...

y en esa diversidad de sensibilidades, de historias y d recursos cabría preguntarse por qué algunas , como las historias de oficina, nos detienen, atrapan e imposibilitan girar.

M* dijo...

que paso??? y la venganza ????
estoy ansiosaaaaa!!!!!!

besos desde Rosario!

M*

camacafe dijo...

Vamos Wil! que estamos ansiosos!