Le fascinan. A mi jefe, sin duda, le fascinan las rondas de presentaciones. Reúne a todo el grupo de nuevo y cada cual va contando de qué trabajan, qué los hace importantes para la empresa y algunos detalles personales. Yo me quedo en un silencio respetuoso, como cuando se va a un casamiento por iglesia siendo uno más ateo que un semáforo. Aunque esta vez no puedo esconderme en los últimos asientos. No. Ahora soy yo el novio y todas las miradas están sobre mí.
–…lunes cuidate de mí porque si no tomé café yo...- advierte alguien.
–…si tenés alguna duda de cualquier cosa consultame que yo ya hace siete años estoy acá y te aseguro que...- presume alguien más.
–…color favorito es el amarillo...- individualiza una voz delgada.
–…quería ser piloto pero no se terminó dando y entonces...- rememora uno.
–…estoy a dos materias de recibirme de…- anticipa otro.
Las voces, como en un casamiento por iglesia, me llegan lejanas y confusas. No me detengo en su contenido pero sí en su cadencia para, de esta manera, saber cuándo debo asentir con la cabeza o cuándo sonreír. No le veo propósito a estas rondas. Es como detener a un desconocido en la calle y preguntarle qué lo hace importante. El mundo se sostiene en ignorar al otro. Ignorar otra creencia. Ignorar otra necesidad. Ignorar el deseo de nuestra pareja de estar con otras personas. Ignorar su pasado sexual. Quizá sea eso. Quizá a mi jefe le gusten tanto estas rondas porque es su oportunidad de bromear y ser ocurrente frente a las mujeres de su grupo. Quizás ya se acostó con alguna. Me pregunto quiénes ya se acostaron con quiénes de acá. Me pregunto cómo serán desnudos. Qué gustos tendrá cada uno. Me pregunto qué caras pondrán al acabar. Qué fantasías retorcidas ocultan. Qué fantasías retorcidas cumplieron. Cuál es el que hace más tiempo que no tiene sexo. Y cuál el que menos. Cuál se acostó con más gente. Y cuál con menos. Cuál estuvo en un trío.
–…te tiro un dato, el capuchino de la máquina de café es el que más…- aconseja alguien.
Asiento con la cabeza.
Cuál engañó a su pareja. Cuál es engañado y lo sabe pero no lo acepta. Cuál experimentó con su mismo sexo. Cuál grita ridículamente cuando acaba. Cuál estuvo a un centímetro de gritar en la oficina y romper su computadora. Cuál no sabe qué hacer con su vida. A cuál no le gusta su carrera pero no quiere arrancar una nueva y sigue por seguir. Cuál no quiere estudiar ni trabajar. A cuál se le empapan hasta los huesos de angustia cuando piensa que le deparan trabajos insípidos por el resto de su vida.
–…¿y cuándo te comprás las medialunas? Acá hay una tradición que cada nuevo tiene que…- bromea uno.
Sonrío.
Esas cosas son interesantes de saber. Las que uno no cuenta. Las que uno guarda tan profundo que ni siquiera le gusta saborearlas estando solo.
Desvío la mirada de mi grupo hacia el piso, atestado de desconocidos aún más desconocidos. Han aprovechado cada espacio posible para poner una computadora y alguien adelante. Habrá cien, ciento veinte personas. Murmuran. Hablan. Bostezan. Tipean. Atienen sus teléfonos. Celulares suenan. El ruido sutil me aturde. Al igual que el silencio de las voces de mi grupo, hablando somnolientamente de cosas que no me interesan.
Mi jefe pronuncia las palabras finales del ritual. Todos sonríen y me miran. Soy el novio ateo de un casamiento por iglesia. Giro hacia mi costado. No hay novia alguna. Todos comienzan a retirarse. Y yo permanezco, solo, en el altar.
Es hora de almorzar y debo preguntarme si fingir interés para compartir un almuerzo con alguien, con la posibilidad de quedar como solitario y desesperado por integrarme, si comer solo en la cocina y quedar como solitario y desinteresado por integrarme o si ir a comer en la plaza, a escondidas, en el último asiento del casamiento. Lo hago. Desde el último asiento espío a una pareja que se besa furtivamente.
–Dos en uno.- me digo, mientras mastico el sándwich- Ya al menos sé dos de la oficina que se están acostando juntos. Y que también están experimentando con su mismo sexo.
Hasta pronto
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Como habrán notado, las historias de Donato quedaron en almanaques pasados.
Los invito a pasar por https://www.facebook.com/safarijirafas donde estoy
subien...
Hace 10 años
12 comentarios:
Pero si en lugar de enterarnos de datos triviales a buenas primeras, pasaramos a la informacion jugosa sin retraso, el resto de nuestra historia laboral seria muy aburrida. Y los viajes en ascensor muy tediosos...
Saaaaaalvo que inventemos la moda de preguntar por preferencias sexuales en un trayecto de un par de pisos, Por que si es asi me sumo. (Ahorraria mucho tiempo)
jajajajaja ¡buenísimo! ¡volviste con todo!
¿No te tienta ponerte a hablar de vos tirando cualquiera? Para mi esas reuniones son para eso. Mentir sobre uno a cuatro manos y hacer preguntas descolocadas. Cualquier cosa con tal de no comerme el embole de escuchar trivialidades ajenas.
Sigo festejando que hayas vuelto.
Saludos.
Me parece buenísimo. Odio decir esto pero: qué bien que escribís, che. Un relato que nunca deja afuera, un relato que se pregunta todo lo que uno se pregunta cuando lo único que se pregunta en serio es cuándo podrá dejar de preguntar. Y de responder. Saludos.
Qué alivio que volviste. Me cuelan tus historias, soy adicta. Gracias, gracias.
Ay Wil!! Te extrañaba!!
muaaaaaas
Una lista larrrga...muyyy larga de preguntas sin respuesta para que te entretengas investigando y que propiciamente detallaste, quiza para no olvidar ninguno de los items. Esto va a estar bueno =)
Una lista larrrga...muyyy larga de preguntas sin respuesta para que te entretengas investigando y que propiciamente detallaste, quiza para no olvidar ninguno de los items. Esto va a estar bueno =)
¡Muchas gracias a todos por la buena onda...!
Ah bueeeeeno, como volvimos... muy filosos...
No hay nada que tengas que agradecer, agradecido yo (nosotros)... por tu vuelta...
Que sigan los exitos...
Hasta el martes que viene??
Un abrazo
Celebro tu vuelta!!!
Un abrazo...
todas esas preguntas !
basta sali de mi cabeza
No habrá vuelto esperando el pernocte de casualidad también no...investigaremos
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