No se adelantó, arrabalero.
No se equivocó al elegir el día en el cual florecer.
Ni siquiera nos trailerizó lo que se viene.
No, no.
Hoy el otoño nos recordó que nunca se fue. Estuvo escondido tras los desperezados pétalos de las rosas y los jazmines. Aguardó envuelto en el canto de los pájaros. Y, claro, en la sombra de los escotes.
Deambuló amparado por el mayor escondite: su opuesto. Así, entre máscaras primaverales y veraniegas, fue preparando el nido. Lo fue llenando de café y chocolate y películas y melancolías y alegrías y vino y tortas fritas y mimos bajo frazadas y lluvias y mates y poesía.
Lo recorro con la mirada, como si fuese una mujer loca, hermosa y entrañable, acostada desnuda con una mano invitándome y con la otra en mi corazón.
-Si llueve me corto las pelotas.
El gordo Spam nunca tuvo la virtud del timing. Ni de la modestia dimensional. Ni del sentido del humor. O del tacto. Ni del buen aliento. O de la ausencia de un olor a transpiración hermanado con agonía, zorrinos y llantas mojadas.
Lo miro como se mira a quien acaba de arruinar a algo hermoso. Que es como Clint Eastwood mira al mundo.
-Hoy salgo con una minita.- agrega, como si me importara. Supongo que mi impresión de Clint Eastwood no es demasiado correcta. Si entrecerrara los ojos aún más podría pasar como una chapucera imitación de un oriental. Y un crítico vendría a insultarme por racista. Y otro crítico criticaría al crítico acusándolo de racista porque observar que el otro es diferente no es racista si no está empapado de prejuicios u odio pero el escandalizarse ante cualquier despunte de diferencia, el pretender que todos somos iguales, es racista. Y otro crítico criticaría al crítico del crítico acusándolo de racista ya que al lavarse las manos con el relativismo pretende ocultar que siempre hay relaciones de poder que utilizan como una de sus armas a, justamente, el relativismo. Y otro crítico criticaría al crítico del crítico del crítico diciéndole que--
-¿No te parece?
Supongo que el gordo Spam me siguió hablando y entre tantos críticos dialécticos no lo escuché.
Asiento apenas con la cabeza, frunciendo ligeramente los labios y alzando las cejas. Puede pasar como aceptación. Puede pasar como duda. Sonríe. No sé qué vio en mi expresión pero lo convenció. Se levanta con esfuerzo y se va. Lo veo irse. No porque quiero sino porque mi mirada fue atrapada en su campo gravitacional.
Logro desprenderla y la pierdo, una vez más, en el otoño arrabalero que se despereza del otro lado de la ventana. Ah, hogar de poetas menores y de--
-Wilfred. ¿Leíste el mail que te mandé?
¿Cómo explicarle a mi jefe que el Primero de Otoño es un feriado para mí? Asiento apenas con la cabeza, frunciendo ligeramente los labios y alzando las cejas. Me guiña un ojo y vuelve a su oficina.
Me pongo los auriculares. Y juego a hacerle panqueques de banana a esa mujer loca, hermosa y entrañable que es el otoño. Todo lo demás -trabajo, compañeros de oficina, problemas y chismes- que sea apuñalado por la lluvia mientras silbo al dar vuelta los panqueques y ella sonríe.
4 comentarios:
al fin!! estaba esperando más
Me encantó esto "Así, entre máscaras primaverales y veraniegas, fue preparando el nido. Lo fue llenando de café y chocolate y películas y melancolías y alegrías y vino y tortas fritas y mimos bajo frazadas y lluvias y mates y poesía." Te lo robo (pero pongo link de tu blog)!
Hola, nunca te habia leido, pero me ha encantado. Se agradece leer algo bueno.
TÙ SABES LO QUE ES BUENO .
SALUDOS.
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