Uno mira hacia donde quiere estar.
Mis ojos se arrastran por el piso. Como yo desearía hacer. Como lo hicieron soldados en trincheras eludiendo balas. El fango sembrado por acero y pólvora es ahora alfombra donde despuntan escritorios y sillas y oficinistas. Las balas son ahora miradas escoltadas por sonrisas acompañadas por dos mínimas palabras que encapsulan una letal frase.
Feliz día.
Y no. No, viejo. No. No que no. No soy tu amigo. Y vos tampoco sos mi amigo. Yo no lo creo. Y vos tampoco. ¿Entonces por qué la farsa? ¿Es que el atisbo de un día distinto en un océano de días igualmente grises es tan vital que hay que acentuar aún más esa diferencia? Y entonces a saludar en el día del amigo. Y a llenar de flores en el día de la primavera. Y en San Valentín. Y a saludarse entre feroces ateos en Navidad.
Que la posibilidad de un día único nos haga olvidar la semejanza y el tedio del resto. Que celebremos el aniversario y no el año. Que vivamos para el fin de semana. Que existamos y que no vivamos.
Me desplomo en la silla, herido. Varios supieron interceptarme con Feliz día, Feliz día del amigo e incluso un tarareado Feliz, feliz en tu día, amiguito que Dios te bendiga, que comas bananas podridas y que cumplas para atrás. Ni siquiera le modificó la letra para hacerlo más acorde a este día, el muy desgraciado.
Alrededor todos se saludan y besan y dan abrazos. Y no entiendo. No entiendo si lo viven como real. O si son conscientes de la hipocresía. Quizá lo sientan. Quizá lo sientan y sea genuino y sea yo el ajeno y desubicado. Sin dudas siento que no pertenezco acá, después de todo.
Mis ojos se posan en la ventana. Uno mira hacia donde quiere estar. Pero hasta las 18 tendré que frecuentar estos metros cuadrados.
La sombra del gordo Spam me empapa. Me mira. Lo miro. Sonríe. -Feliz día.- dice.
Respiro profundo. Me mira. Lo miro. -¡Jirafas! ¡Pororó! Picaporte y sandías, tobogán y Perón.- digo, abrazándolo. Bueno, abrazándolo es un término aproximado. Sería como el enano Willow intentando abrazar al planeta Tierra.
Me mira. Lo miro. Entrecierro los ojos. Podría funcionar. Se ríe. Funcionó.
-Estás loco, man.
-Chasquibums y tarta de Nietzsche. ¡Baldosas!
Se va, riéndose. Agarro un post-it. Tengo que idear nuevas maneras más allá del dadaista desquiciado para eludir algo incómodo, escribo.
Las horas que me separan de las 18 son varias. Y mis gambetas, pocas. Y me lo dirán. Me dirán Feliz día de nuevo y será terrible.
-Hola.- me dice la recepcionista- Feliz día.
Los ejemplos más tremendos suelen suceder pronto.
Y sí.
Es terrible. Es terrible en una manera que no había contemplado. Terrible en una dosis que me corroe por dentro. Que me destruye. Colapsa en mí todo, incluso las titánicas ganas de mirarla y decirle que no quiero ser su amigo, que hay amanecer en su mirada y praderas en su sonrisa y primavera en su perfume y abrazarla y besarla y hacerle el amor ahí mismo. Aunque la nada devoradora sólo deja en pie la fuerza suficiente como para sonreír y como para decirle: -Feliz día.
Y se va, contenta, ignorante del profundo caos y desolación que dejó en mi pecho. Mis ojos, tras ella. Después de todo, uno mira hacia donde quiere estar.
10 comentarios:
A, si las matemáticas no me fallan, 871 visitas para llegar a las 200.000. Todo un numerito. ¿Quién lo hubiera sospechado...?
Clap, clap, clap.
Me cagué de risa. Como siempre, excelso.
Chapa.
Ayer tuve la misma sensacion :
"Alrededor todos se saludan y besan y dan abrazos. Y no entiendo. No entiendo si lo viven como real. O si son conscientes de la hipocresía. Quizá lo sientan. Quizá lo sientan y sea genuino y sea yo el ajeno y desubicado. Sin dudas siento que no pertenezco acá, después de todo...."
Definitivamente no pertenezco ...
Besos Will...M*
(como siempre desde Rosario ... )
No dejes de escribir tanto tiempo capo!
prometo firmar mas seguido!
jajajajaj "Chasquibums y tarta de Nietzsche. ¡Baldosas!" jajajajajjajaj
Wil: en mi oficina ya ni nos saludamos para esos días...¿eso es bueno o malo o peor?
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Te diste cuenta que siempre terminas hablando de la Recepcionista?
Tal cual. Es que parece que la recepcionista es lo único que le vale la pena al Will.
Saludos desde Rosario
Ahí le tenías que decir: "Ja, amigos es lo último que quiero que seamos".
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